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Por qué los gallegos adornan sus coches el 1 de mayo?

En Galicia y en numerosas comarcas de Suecia, Irlanda y otras de Centroeuropa, existe la creencia de que en sus montañas, según a tradición, el 1 de mayo, “Noche de Walpurgis” las brujas celebraban sus aquelarres. Se adornaban también el primer día de Mayo las puertas del hogar, aperos de labranza, embarcaciones y cultivos con ramas de xesta, arbusto considerado en la cultura popular como capaz de alejar influencias maléficas…

Un año más se ha repetido en nuestro pueblo, llegada la fecha y con éxito siempre creciente desde que la tradición fuera recuperada y “rediseñada”, la celebración de Los Mayos entre el regocijo y la sana competencia de los cada vez más numerosos grupos de convecinos que en ellos participan y el entusiasmado asombro de propios y extraños ante la notablemente mantenida calidad de las realizaciones a su concurso presentadas.

Contemplando este año como losanteriores las meritorias composiciones erigidas y la valía artística de los trabajos elaborados, auténticos grupos escultóricos todos ellos, nos asalta a quienes ya tenemos cierta edad el recuerdo de aquellos otros Mayos de antaño, meros muñecos confeccionados con ropas viejas rellenas de hierba o paja que se exponían en la mañana del primer día de Mayo, amarrados o suspendidos de un poste de madera hincado en la tierra, a la alborozada contemplación de chicos y grandes, tan diferentes de los actuales y en esencia más sencillos y “pobres”. Acompañan al recuerdo la curiosidad y el deseo de conocer sobre el significado y origen de esta renovada tradición ya tan nuestra, y así emprendemos una modesta indagación sobre aquellos, a la vez intrigados por la existencia de celebraciones similares a la nuestra  en  múltiples  lugares de  Galicia y  en especial en  Ourense, ciudad en la que cada tres de Mayo, fiesta de la Santa Cruz en el santoral cristiano, se repite con acrecentada pujanza -es fiesta local en el municipio- la representación de una peculiar tradición nunca interrumpida, y preguntándonos por los posibles nexos que, dentro de sus respectivas particularidades, Los Mayos de nuestro pueblo y otros hechos tradicionales parecidos puedan tener.

Lo primero que de lo indagado cabe exponer es que son nuestros Mayos una de las manifestaciones populares aún conservadas que, teniendo por origen y misión el anuncio y lúdico festejo de la repetida eclosión primaveral de las fechas de su celebración, hunde sus raíces a través de la noche de los tiempos en la primigenia sorpresa del hombre ante el renacer vegetal y la renovada alegría vital de la primavera surgida y triunfante de las tinieblas del fenecido invierno. Siendo a nivel popular el cuco ave mensajera de ese acontecimiento de esplendor natural, producido éste, ha sido desde siempre celebrado, al igual que en nuestro pueblo y atravesando de unas u otras maneras los túneles de la historia, no solo en Galicia, sino en toda la Península Ibérica y en Europa en general. Pero no son Los Mayos las únicas manifestaciones culturales desde antiguo relacionadas con la floración y fructificación vegetal, siendo estos unas más de entre las que conforman lo que reputados etnógrafos y antropólogos como Caro Baroja y James Frazer denominan “El Ciclo de Mayo”, cuya duración abarca en nuestra área europea desde mitad de Abril a mitad de Mayo (aunque hay autores que lo alargan hasta el solsticio de verano), y en cuyo periodo se produce la variada gama de aquellas.

Situados Los Mayos como unos más de los acontecimientos, lúdicos en este caso, del Ciclo, y únicos que aún subsisten, señalaremos que fueron raras las actividades humanas que no contaban durante ese tiempo con alguna manifestación, que podía ser, con elaboraciones y planteamientos ancestralmente mágicos, además de las festivas reseñadas, de intención profiláctica o propiciatoria, destinada a favorecer el crecimiento de las cosechas y de los ganados alejando de ellos el mal, tanto el procedente de humanos (brujas) como de animales o agentes atmosféricos.

Digna de mención nos parece la práctica conocida como “Alumbrar el  Pan”,consistente en bendecir los sembrados con un atado de paja ardiendo al tiempo que se recitaban tradicionales impetraciones para una buena cosecha, que tenía lugar la última noche de Abril -festividad de San Pedro Mártir, en la que la Iglesia acumuló asimilándolos anteriores ritos populares de carácter agrario- y se realizaba además de en Galicia en numerosas comarcas de Suecia e Irlanda y otras de Centroeuropa, en cuyas montañas, según la tradición, en esa “Noche de Walpurgis” celebraban las brujas sus aquelarres. Se adornaban también el primer día de Mayo las puertas del hogar, aperos de labranza, embarcaciones y cultivos con ramas de xesta, arbusto considerado en la cultura popular como capaz de alejar influencias maléficas. Se coronaba el ganado vacuno con flores y no se uncía ni se ataba el día tres de Mayo, en un ritual relacionado con la libertad que propiciaría su crecimiento.

Siendo los primeros días de Mayo el tiempo en que la primavera alcanza su cima, son sin duda especialmente adecuados para el amor y la perpetuación de la especie, y así, tenían cabida en el Ciclo de Mayo manifestaciones amorosas practicadas en estas fechas en casi toda Europa, como la de entregar a la moza pretendida una rama florida de xesta con cuya aceptación indicaba al joven su consentimiento, colocar ramos en las ventanas de las enamoradas, de flores si las relaciones eran buenas o de espino e incluso de berzas secas, según lugares, sino era el caso, o permitir a mozos y mozas andar juntos hasta el amanecer la noche en que se “alumbraba el pan”, algo vedado el resto del año.

Se dan también en el Ciclo de Mayo varias celebraciones cristianas que no tienen a primera vista relación con la fecha en que se realizan, salvo intervenir en muchas de ellas de un modo u otro vegetales, lo que sin duda indica un origen anterior y pagano. Siguió la Iglesia dos caminos para acabar con aquellas tradiciones: Prohibirlas anatemizando a quienes las practicaban, o adaptarlas a su ortodoxia, alcanzándose con los años una situación sincrética difícil de discernir. Pasaron de este modo muchas de las ceremonias paganas de este Ciclo a la Pascua, cuadrando simbólicamente la resurrección de Cristo con la anual de los vegetales, o el árbol y su resucitado ropaje floral con la Santa Cruz del tres de Mayo.  También  relacionados con el culto cristiano aparecen algunos ritos agrarios practicados para alejar los peligros de los cultivos, como pensamos que quizás lo sea aquel al que tantas veces asistimos en nuestro pueblo de bendecir los campos el día 15 de Mayo, festividad de San Isidro.

Centrados ahora en las manifestaciones del Ciclo que mayor relación tienen con nuestros Mayos, las lúdicas, diremos que teniendo por principales y a veces únicos protagonistas a niños y mozalbetes, persiguen sobretodo el juego y la diversión. De éstas dejaremos ahora a un lado a las propiamente denominadas Mayos, para fijarnos muy especialmente en la que consideramos tipología en que encaja la modalidad de los tradicionales Mayos de nuestro pueblo. Se trata de los llamados “Árboles de Mayo”, práctica muy menguada aunque aún viva en diversas variaciones y consistente en lo esencial en el robo ritual -de todos previamente conocido- la última noche de Abril del árbol más esbelto, cortado el cual es llevado entre gritos y cantos hasta el centro del lugar donde es de nuevo plantado y en algunos casos mantenido hasta la Santa Cruz, siendo en otros vigilado por los mozos para evitar el vergonzante hecho de que los de cercanos lugares se lo arrebaten, a veces bailando en torno a él disfrazados y adornados con flores, en ciertas zonas quemado al final de la celebración mientras se entonan repetidos cánticos propiciatorios, o como sería el caso de nuestros primitivos Mayos, colgando del árbol un muñeco de paja (“el mayo”) que allí se deja varios días. Representa en este caso el muñeco el ahorcamiento, el fin del invierno, al que se mata para que permita la llegada del buen tiempo, a la vez que palpita en el ritual de la tala y alzamiento del árbol, según algunos antropólogos, además de la muerte y resurrección del mundo vegetal, el recuerdo ancestral de la fecundación, por el cual vendría el Árbol de Mayo a ser símbolo fálico que está, con la floración, en la cumbre de su función generatriz.

Volviendo a la cuestión de los orígenes, es de señalar que dado el cúmulo de manifestaciones que integran el Ciclo de Mayo, es imposible asignarles un origen común. Se sitúan   no   obstante los antecedentes más antiguos de los cultos agrarios en la prehistoria, en el momento en que el hombre inicia el labrado de la tierra, sembrando los primeros cereales, y la domesticación de animales, es decir, en la Época Magdaleniense según autores, apuntando otros al Neolítico, aunque también los hay que atribuyen a algunas concretas prácticas origen celta, a otras el mundo clásico greco-romano, habida cuenta de las numerosas celebraciones de su calendario que en las fechas de este Ciclo dedicaban a dioses y entidades protectoras de sus panteones como Ceres, Iupiter Elicius, Róbigo, Flora o Maia, todas ellas vinculadas a los vegetales y que tal vez no fueran más que sus particulares adaptaciones de cultos anteriores más antiguos, e incluso se pretenden supervivencias suévicas algunas relacionadas con el fuego, sin olvidar aquellas otras cristianas o cristianizadas. A través de los siglos sufrieron estos ritos cambios diversos adaptándose a la idiosincrasia de cada comunidad, especialmente por la decisiva influencia que sobre ellos ejerció el cristianismo, que acabó con algunos, alteró otros, e hizo que surgieran varios.

Haremos por último referencia a la manifestación lúdica más conocida por abundante: Los Mayos, de la que llegaron hasta nuestros tiempos cuatro variantes. De ellas, los “Ramos de Mayo” es la más sencilla, precisando tan solo ramos de flores obsequiados por los niños y niñas a las gentes que dan el aguinaldo mientras se les cantan coplas tradicionales. Los “Mayos Humanos” los componen muchachos, (son mayos masculinos), que se cubren con ramas y hojas, a veces con cuelmo, y se adornan con flores, pidiendo con sus cantos castañas secas y otros frutos; se acompañan de un largo palo y en ocasiones se quema la envoltura del mejor mayo simbolizando con ello la muerte del mal tiempo.

Los “Mayos Figurados” son tradicionalmente figuras piramidales o coniformes, aunque desde finales del siglo pasado y como consecuencia de los certámenes y concursos que se celebran y propician la supervivencia de la tradición se introdujeron los llamados “Artísticos” representando monumentos, personajes o grupos, (hay en ello cierta semejanza con la evolución de Los Mayos de nuestro pueblo), unos y otros realizados con juncos, xesta, musgo y ramas que cubren el armazón de palos revestido de arpillera y adornado con flores y “butacones” de roble. Tradicionalmente eran tirados al río después de ser expuestos o recorrer el lugar cantando coplas satíricas variadas cada año, simbolizando con la destrucción de las figuras el fin del invierno. Eran a veces acompañados de hermosos ramos o coronas florales, generalmente separados, y que creemos se aproximan de algún modo al adornado ramo que en nuestro pueblo se porta para cantar al Cristo, y que, apuntamos como posibilidad, bien pudiera ser resto de una celebración vegetal asimilada y desplazada de su original fecha por el culto cristiano. “Las Mayas” por fin, siempre femeninas y muy abundantes durante el Siglo de Oro, como denota el hecho de dirigir casi en exclusiva contra ellas condenas religiosas y prohibiciones civiles, se mantuvieron hasta los años cincuenta, habiéndolas de dos tipos: Paganas, sin vinculación con el cristianismo y por ello muy antiguas, y Cristianas, dedicadas a diferentes santos para los cuales pedían a cambio de las coplas religiosas que cantaban.

Lo hasta aquí aportado recoge a grandes rasgos y con inevitables simplificaciones lo que entendemos más reseñable de unas tradiciones en cuyo contexto se enmarca y acomoda la de Los Mayos de nuestro pueblo. Si de su mejor conocimiento se deriva que se acreciente nuestra estima y aprecio por ellos, nos sentiremos sobradamente satisfechos.

Fuente: http://www.jiminiegos36.com/nuestros_mayos.htm

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